jueves, 25 de octubre de 2007

Valores

Antes que nada, me gustaría disculparme por estos últimos meses “blancos”.
Lamentablemente, no pude escribir ni postear ningún texto. Cierto escepticismo estaba latente en mí e influía mucho a la hora de empezar a escribir en una hoja vacía: antes de apoyar el lápiz sobre la hoja, estaba convencido de lo estéril que sería mi próximo texto.
Sin embargo, a pesar de las negativas, pienso que uno debe ser constante y coherente con sus ideas y sostengo, pese a todo escepticismo pasajero, que la reflexión es la condición esencial para la acción, para un cambio que tenga como objeto la búsqueda del bien común.
Hablando del bien común, no sería errado preguntarnos si existe entre los hombres o si pudiese existir en algún momento algo digno de ser llamado así. ¿Para qué deberíamos buscar un bien común? Si nos remitiésemos a la filosofía aristotélica, podríamos decir, a grandes rasgos, que tal búsqueda tiene como objetivo alcanzar el fin supremo: la felicidad.
En un posteo anterior (http://www.fotolog.com/pensarycrear/25298427) hablé acerca de la felicidad en conjunto como ideal inalcanzable de la humanidad, es decir, a pesar que la felicidad de todos los hombres y mujeres del mundo sea imposible, ésta como “ideal”, es decir, como fin hacia el cual dirigir nuestras acciones, está presente en algunas almas no tan pesimistas...


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Dentro de unos días elegiremos, quienes ya tenemos la condición de ciudadanos argentinos, a un nuevo/a Presidente de la Nación.
Los comentarios que he escuchado en torno a este tema durante los últimos meses no son para nada alentadores. La desconfianza, la apatía, el desinterés y la negación están presentes en muchos ciudadanos. Hoy por hoy, sabemos que las democracias formales actuales, si bien no permiten una participación ciudadana activa y constante, dejan canales abiertos para que la ciudadanía exprese sus opiniones e intereses: las elecciones próximas, son un ejemplo de esos pocos canales.
¿Qué implica ir a votar? Antes que nada, creo primordial el hecho de creer en la felicidad, de tenerla como ideal a perseguir. Uno debería votar creyendo que lo que vendrá será un período mejor al presente. Lamentablemente, nuestra historia nos ha demostrado que las desilusiones de la ciudadanía fueron mayores que las ilusiones cumplidas. Pero a pesar de todo, uno debería creer en los ideales, tener como valores a la búsqueda del bien común, al respeto; y actuar en base a tales valores, haciéndolos concretos en las acciones, dando o tratando de dar el ejemplo de que todo es posible, sobretodo, en conjunto.

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Frente a lo que acabo de decir surge un problema no menos que importante. Mi lucha por un mundo un poco más feliz, mis valores interiorizados de respeto y búsqueda del bien común, mis ideas ¿no están acaso íntimamente ligadas a mis condiciones materiales de existencia? Es decir, si hace dieciocho años hubiese nacido y crecido en un asentamiento urbano precario, privado de satisfacer mis necesidades básicas, ¿me sería posible creer en la felicidad de todos los hombres? Quizás sí. Quizás no. No creo que todo el pensamiento del hombre esté necesariamente determinado por sus condiciones materiales, aunque es innegable su influencia.

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Hace unas semanas, en una clase de economía, en la facultad, surgió un tema que abrió al debate: los modos de protesta actuales, frecuentes en el país, como los piquetes, ¿son correctos o no?
Hubo quienes abogaban por el respeto al prójimo y sostenían que tales formas de protesta eran incorrectas por perjudicar a personas ajenas a los reclamos. Otros sostuvieron que en la actualidad, frente a la incapacidad del Estado para dar respuestas a los problemas sociales, el piquete estaba justificado para resolver la urgencia y las injusticias que deben afrontar ciertos sectores de la sociedad.
Yo pienso que nos encontramos en una situación de “crisis de valores”. Creo que como sociedad perdimos el ideal de felicidad, no luchamos por ella y, si lo hacemos, lo hacemos individualmente. ¿Qué significa buscar la felicidad individualmente? ¿Qué consecuencias acarrea? Es similar al “sálvese quien pueda”, en donde el interés privado es superior al interés por lo social, lo público.
Con esto no quiero decir que los hombres debamos preocuparnos exclusivamente por los otros. Es decir, cada hombre debería poder encontrar la felicidad individual a su manera, pero sin dejar de preocuparse por que lo demás hombres también puedan encontrarla. Es esencial para ello, el valor del respeto y el valor a la vida. Si los hombres y mujeres que formamos una sociedad fuésemos capaces de buscar nuestra felicidad siendo respetados y respetando a la vida y elección de los demás; y preocupándonos, al mismo tiempo, por que todos tengamos las posibilidades de ELEGIR sobre nuestras vidas, seríamos mucho más felices de lo que somos.

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Valor a la vida, respeto, bien común. Valores, fines que suenan de lo más maravilloso en abstracto. Uno ve la realidad y el desencanto es inevitable. ¿Cómo inculcar e introducir estos valores en una sociedad fragmentada y enfrentada, cuyas diversas condiciones materiales de existencia latentes en distintos sectores hacen que los valores entren en conflicto –recordemos el valor a la vida Vs. el respeto a las libertades ajenas que conlleva un piquete–? ¿Cómo salimos de esta “crisis de valores”?
Obviamente, el análisis de tal situación llevaría años y años de investigación y debate. Sin embargo, me atrevo a afirmar que hasta que no exista amor hacia el prójimo, poco y nada podremos lograr. ¿Qué supone amar al prójimo? Implica querer buscar su bien, respetarlo, considerarlo un igual, que pese a sus diferencias, en su esencia, es digno de ser amado como uno.
Cuando el amor sea recíproco, el valor a la vida, el respeto, etc. serán consecuencias fructíferas de tal amor. La sociedad cohesionada en base a tales valores, será una realidad mucho mejor a nuestra sociedad actual fragmentada, apática, excluyente y egoísta.

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Propongo dejar de pensar sólo en nosotros mismos. Pongámonos en el lugar del otro, escuchemos sus problemas; armémonos de valor para encontrar una solución en conjunto. Porque los problemas que afectan al otro, directa o indirectamente afectan a uno. Demos una solución social a los problemas sociales. Exijamos ser respetados y valorados como personas. Exijamos que todos exijan ser respetados de la misma forma y al mismo tiempo respeten la vida de los demás.

No le prestemos poca atención a las próximas elecciones, tenemos la posibilidad de elegir entre varias opiciones. Ninguna fórmula es perfecta. El objetivo de este posteo no es hacerle propaganda a ningún candidato. Sólo me gustaría recalcar lo importante que es este próximo hecho que viviremos, que no lo desaprovechemos, hagamos explícitas nuestras opiniones y nuestros intereses. Tratemos de construir un bien común, debatamos ideas, proyectos, no vivamos con esta apatía tan presente en nosotros... cambiemosla. Luchemos por significar a nuestras vidas con otros valores que no sean el desinterés ni la negación al cambio de la realidad.


F.N.





2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

No cabe duda que en un lugar como este mundo existen personas que queremos que los valores como seres humanos renazcan, se reevaluen y fianlmente se apliquen diariamente a nuestra sociedad cansada y monótona.
Es un gusto para mi encontrar publicaciones como esta, llena de esperanza mi corazón.