miércoles, 12 de marzo de 2008

Amor y poder. ¿Conceptos compatibles?


Las relaciones de poder no se encuentran en una situación de exterioridad con respecto a otro conjunto de relaciones (esto es, relaciones de conocimiento, relaciones de familia, relaciones sexuales), no son una “superestructura” sino que son inmanentes; esto quiere decir que desempeñan un papel directamente productor, que constituyen los efectos inmediatos de las desigualdades y son, a la vez, las condiciones intrínsecas de aquellas. ("Del discurso del poder al poder del discurso")

Basándonos en estas ideas de Foucault, podemos suponer que toda relación amorosa es en sí una relación de poder en donde éste fluye constantemente entre los miembros de la pareja. El poder no es estático, fluye.

Sin embargo, el otro día, leyendo un libro de Fromm ("El arte de amar"), una clasificación de los distintos tipos de relaciones de amor inmaduras me llamó la profundamente la atención.

Fromm nos presenta al principio al amor de tipo “masoquista” el cual se caracteriza por una relación en donde un miembro de la pareja se focaliza en sacrificarse para dar y dedicar toda su existencia a su amante, olvidándose que él o ella es también digno de recibir amor. El amor es uno de esos milagros en donde los amantes dan y reciben lo mejor de sí, lo mejor que todo ser humano posee: su alma, su vida, su existencia misma.

El segundo tipo de relación que Fromm describe es de tipo “sadista”. Ocurre cuando un “amante” pretende ser el protagonista principal de la obra del amor, olvidándose que sin ese actor/actriz secundario/a que vive en sus sombras, es tan indispensable en la relación como él mismo. En este caso, quien padece de este mal solo está preocupado por recibir. El egocentrismo domina al actor llevándolo hacia el más triste de los finales.

Trátese de masoquismo o sadismo, ambas relaciones coartan esa circularidad perfecta, suprema que es el amor. Como ya dije, el amor en su estado más puro consiste en dar y recibir lo más preciado que tienen los amantes.

Me pareció interesante relacionar estas clasificaciones de tipos de relaciones amorosas con algunas características del concepto de poder foucaultiano que cité al principio.

Notamos como, tanto en la situación masoquista como en la sádica, ese fluir constante del poder que se da en toda relación, parece estar estancado en un solo lugar: en el manipulador de la relación. El masoquista necesita ser dominado por un sádico dominador.

Retomando a Foucault, en su teoría acerca del poder, nos indica que toda relación de poder conlleva una resistencia. No existe relación de poder en donde no exista resistencia. Suponiendo el caso del masoquista dominado por un sádico, y sabiendo que el poder es concebido como relación no estática en donde la resistencia es intrínseca a ella, es más que probable que los conflictos en la pareja surjan y no puedan ser solucionados hasta que se den cuenta de los conflictos de poder ocultos que en realidad están padeciendo.

El amor en su estado más puro sería entonces un fluir de poder en la relación de manera equitativa, de forma tal que no haya dominados ni dominantes y, por ende, no exista resistencia. Pero según la teoría de Foucault, ¿es posible concebir una relación sin resistencia? ¿Existen? ¿Sería el amor puro la única relación de poder en donde no haya resistencia? Si el poder es equivalente en ambas partes, ¿Seguiría siendo la resistencia una consecuencia inevitable de toda relación de poder? ¿Será que el amor en su estado más puro y perfecto no existe?


Un tema para seguir profundizando sin duda alguna…
F.N.

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